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sábado, 22 de agosto de 2009

Taller de Constelaciones "Reconociendo mi Familia"

A tan sólo pocos días de regresarnos a Caracas, disfruto de una jornada más de crecimiento, de mirar, de reconocer, de llorar, de temer, de reír… sólo así se logra ser un poco más libre y estar en paz.
Porque ya sabemos que... “y conoceréis la Verdad y la Verdad os hará libres”.
Este fue un trabajo muy particular ya que dentro del grupo había mucha gente a la cual me unen fuertes lazos, que me brindaban toda su confianza y la oportunidad de que trabajemos juntos, mis primas, mi tía, amigas de la infancia, y aún así, tomé esas fuerzas que vienen de Dios, de mis ancestros y de mí misma, me preparé para ese gran reto y dije: ¡Aquí vamos!.
Todo se puede en el nombre de Jesús.
Luego de explicar brevemente qué son las constelaciones familiares, realicé un ejercicio que les permitió a muchos tomar conciencia de cómo se sentían, y ver que tan comprometidos vivimos con nuestra familia de origen, que poco libres estamos a la hora de escoger la pareja, la profesión, la forma de vida, el lugar donde vivimos, mucho tiene que ver con el amor ciego al sistema familiar al que pertenecemos.
Entender, honrar y reconocer esto hace que mi vida sea tal vez un poco diferente a la de ellos, tratando de poner las cosas en orden para todos, incluyendo a todos, a los buenos y a los malos, ya que es difícil saber que es bueno y que es malo, cuando hablamos de sistemas familiares sabemos que no hay ni buenos ni malos.
Pudimos ver fácilmente como las personas tenemos la mirada exactamente sobre algún excluido de nuestra familia.
Caso Andrea:
Ella pudo descubrir como se identifica con su abuela paterna que murió siendo muy joven, dejando huérfano a un hijo de apenas 5 años, su abuelo se volvió a casar con Edelmira y tuvieron dos hijas.
Cuando fue evidente su conexión, le pregunté el nombre de su abuela paterna, ella me respondió Edelmira, nombre que correspondía a la segunda esposa del abuelo y madre de sus tías, para Andrea era casi imposible pensar que esa adorable señora a la que quiso mucho, la cuidó y le dio todo su amor no era su abuela. Le pregunté varias veces por el nombre de su abuela paterna, ¿Cómo se llamaba la esposa de tu abuelo?, ¿Cómo se llamaba la madre de tu papá y su única respuesta fue:
- Edelmira. De pronto algo se reveló ante ella, cambio la postura corporal, su mirada dejó de estar distante y dijo: -Ah sí… pero esa no es mi abuela porque yo no la conocí…
Otra vez la exclusión, que seguramente se hizo para evitar el dolor, creyendo que si no se habla de (sin nombre) la madre del pequeño huérfano, y si se oculta la verdad, así evitamos el sufrimiento, pero el primero que siente la verdad siempre es el sufre la herida a pesar de que lo niegue o no pueda tomar conciencia. Debemos hacer lo contrario, permitirle hacer su duelo al que sufre la perdida, respetar y acompañar su llanto, dejarlo sentir su rabia, su dolor y así poco a poco retomará el camino, porque todos sabemos que la vida continúa, no espera por ninguno de nosotros y siempre será así.
Al terminar el taller Andrea se acercó a mí y pude ver que a pesar de su negación había comenzado a encontrarse con esa abuela que corre por su sangre, me dijo que no sabía ni siquiera su nombre. Luego supe que esa misma noche buscó en los documentos de su padre y allí estaba el nombre, sé que pasará un tiempo antes que deje de ser tan sólo un nombre para convertirse en su abuela, la única, la verdadera, la otra a la que ella recuerda con tanto amor, seguramente ahora está más feliz al saber que Andrea recupera a su abuela y así no necesita mirarla y así todos estarán en paz.
Yo creo que todos venimos a este hermoso planeta llamado Tierra para una evolución personal, dentro de la evolución de nuestra propia familia, una no puede ir sin la otra, logro mayor crecimiento, sólo porque algo más grande que yo me permite generar un cambio, siempre agradezco esa fuerza. Así es como aparecen caminos diferentes, las Constelaciones Familiares fue uno de ellos, es una terapia que está dando unos resultados increíbles, ya que los cambios son rápidos dentro de la propia lentitud de los procesos personales.
Siempre les digo a mis pacientes o a los participantes, el Universo tiene todo el tiempo para la evolución no está apurado, es paciente y espera, pero yo no tengo tanto tiempo, así que voy a trabajar ahora para mí y para mis descendientes.
Recuerdo un participante de 82 años de edad, que al terminar el taller me dijo:
-Asistí hoy por que me hablaron de ti y vine a buscar nuevas herramientas porque en los próximos años de mi vida quiero ser feliz, y hoy pase un día maravilloso y pude sentir el verdadero amor.
Desde estas líneas mi mayor agradecimiento, por que esas palabras, me sirven de motor en los días que algo dentro de mí, pretende quedarse inmóvil, o pensar que no puedo con esto, no sé que hacer o simplemente decir... es imposible.
La palabra que más me gusta oír en mis talleres es: Wauu, no tiene significado en el idioma castellano pero con un gran sentido para el corazón, sinónimo de : Ahora lo puedo ver…, entiendo ahora…, finalmente lo veo…, esto lo explica todo…, claro que sí… y muchas más, que no son tan importante como lo que se desata dentro de la persona que lo pronuncia, generalmente esa reacción es percibida fácilmente también por los otros participantes y ese espejo nos sirve a todos.
Pude percibir en todos los participantes, que en apenas un par de horas de trabajo se llevaron como regalo una nueva visión y otra comprensión.


Adelante, todos los grandes caminos se comienzan dando un paso y después el otro.
Muchas gracias.
Adriana Fresta de Venutolo

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