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sábado, 8 de agosto de 2009

Taller de Contención


La Mariposa símbolo de la transformación.
Quiero comenzar agradeciendo a Dios, a mis padres, familiares y amigos. Pero especialmente a mi prima Marisa y a su esposo Diego, por la oportunidad que me dieron de dictar este taller que ellos mismos solicitaron y promocionaron, además de estar presentes, y tener el honor de compartirlo con sus respectivas madres y otros miembros de la familia, tuve la ocasión de trabajar con personas muy cercanas a mí y con mi querida amiga Adriana, quien de alguna manera me mostró varios caminos a tomar, para que después de un tiempo de caminar me encuentre parada justo donde yo estoy ahora. Fue un día de intenso trabajo para todos, especialmente porque la mayoría de los participantes eran novatos. Pasamos una tarde mágica de crecimiento, reconocimiento y de enfrentamientos también, porque la resistencia a veces se viste de rabia, de protección, de muchos no entiendo o simplemente… no es así. Lo bueno de esto es que en todos los participantes caen una o varias semillas y que más temprano que tarde, en cada uno llega el día en que ellas por si mismas comienzan a crecer y mostrar sus frutos. Todos los participantes pudieron sentir, ver y reconocer algunas de sus heridas, experimentar personalmente eso que nos sucede cuando nos entregamos a algo más grande, sin juicio, sin vergüenzas, simplemente abiertos al amor, al verdadero amor.
Quiero poner en palabras para hacer más fácil la comprensión de todos, especialmente en los que aún no creen en este tipo de terapia.
Con el permiso de los participantes, y honrando sus historias de amor quisiera compartir con ustedes algunos pequeños movimientos que hicieron durante un ejercicio de vinculación con la madre.
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Caso de Inés:
Le pregunté a Inés si quería participar y me respondió que no, que no tenía nada que resolver con su madre que todo estaba bien, que el problema no estaba allí. Al volverle a preguntar después de algunos minutos, se levantó y dijo - Bueno si a vos te parece... Parecía que participaría por hacerme un favor.
Inés pudo experimentar lo difícil que era para ella vincularse con su madre, que había muerto hace 12 años. Ella siempre había sentido que llegó a este mundo para sustituir a su hermano Huguito que murió siendo un niño, ella cree no tener un lugar y estaba decidida a seguir a su mamá.
A lo largo de su vida muchas veces Inés le preguntó a su madre,
- ¿Mamá si Huguito no se hubiese muerto, vos me hubieses tenido igual? y la respuesta siempre fue la misma ¡¡¡¡Sí, por supuesto!!!!.
Esta pregunta le rondó por muchos años en su cabeza, aún no podía aceptar ese Sí dicho con convicción y amor.
Durante el taller pudo mirarse a ella misma y sentir todas las heridas que tenía con su madre, y a su vez pudo darse cuenta que no podía estar disponible para sus hijos. Que su pequeño Juani (como llama a su hijo e 11 años), hacía lo imposible para que ella pudiera verlo, creyó que teniendo problemas de lenguaje, caminando por años de puntillas de pie, su mamá podría verlo, pero la realidad era que Juani se parecía tanto a su propia familia y a ella misma, por suerte él era un Molinos y eso significaba sentir viejas heridas. A Inés le era menos doloroso vincularse a su hijo mayor Juan Pedro, que representaba a la familia de su marido, era lógico que se sintiera más unida a él, quien a su vez acaparaba toda su atención y la admiración de su hermano Juani. Al reconocer en su alma y con amor a su hijo Juan Ignacio. Algo cambio, inmediatamente se restableció el orden.
Al llegar Inés a su casa después de este intenso taller, su hijo, que creció rápidamente en el corazón herido de su mamá ahora recuperó su nombre Juan Ignacio, ya puede seguir su camino, al ver a su madre esa noche le pidió que lo abrazara, que se quedara con él. Inés además de abrazarlo de otra forma, decidió decirle desde su amor. Si acá estoy, ahora puedo ver mi dolor y entonces ahora te puedo ver a ti, ahora sí estoy lista para vos. Acá me quedo para siempre. “Yo soy tu madre y vos mi hijo”.
Como es lógico, algo en el alma de Juan Pedro también resonó, su hermano Juan Ignacio estaba recuperando su lugar, y generalmente cuando uno se siente un rey no quiere compartir el trono, entonces sin saber por qué comentó:
-Mamá me siento frustrado, siento una frustración.
Cuando sus padres le preguntaron:
-¿Por qué? ¿Qué te pasó?, no supo responder sólo dijo que estaba así desde hoy a la tarde… Muchos cambios pudo ver Inés en los siguientes días, pero lo importante es lo que siente y como se siente ahora toda su familia.
Gracias
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El caso de Teresa:
Teresa pasó las primeras horas mostrando de una y otra forma su resistencia, pero lucía la bandera del abandono. En un momento que bajó la guardia me permitió acceder a su gran tesoro escondido.
Parecía que Teresa llegó al taller sin tener un padre, cuando le pregunté por su papá respondía NO TENGO, yo le decía no entiendo todos tenemos un papá y ella me decía:
NO, NO TENGO PAPÁ, lo repetía automáticamente a cada pregunta mía:
– ¿Dónde está? - ¿Pero, conoces a tu papá? - ¿Conoces el nombre de tu papá?
Frecuentemente el dolor nos hace creer que sólo mamá es la autora de nuestra vida, porque ella hizo todo por nosotros, seguramente en algunos casos será así, pero para que sea posible crear vida es absolutamente necesario de la intervención de papá…. Sí, de mi papá.
Durante el taller me permitió trabajar con ella y pudo comenzar a reconocer que ella también tiene un papá. Recordó el apellido de su padre, que por supuesto también es el suyo aunque no aparezca en su documento, cosa que le costó entender, porque el dolor es muy grande. Fue muy emocionante ver como se sentía ahora después del ejercicio, se reía, estaba feliz.
A veces no somos reconocidos por nuestro padre biológico, nos abandonan, no llevamos su apellido, o lo que parece peor ellos llegan hasta negarnos, pero nada absolutamente nada de estas razones impide que por las venas del retoño corra parte de esa sangre, su genética y su memoria celular están en ese nuevo ser llamado HIJO, fruto del amor de papá y mamá.
Teresa me hizo llegar su agradecimiento y me comentó que no entiende como recordó el apellido de su padre ya que nunca antes lo había mencionado y mucho menos hablar de la historia de su papá.
Supe que a los dos días se cayó y se golpeó el hombro y el brazo.
- Le dije que se cayó porque seguramente ahora ella se siente culpable ante su madre por comprender, reconocer y querer incluir a su padre en su corazón, ella se cree en deuda con su mamá por todo lo que ha hecho, por los sacrificios que seguramente hizo para lograr criarla sola sin ayuda de su progenitor.
- Sabes, estoy segura que tu papá y tu mamá que ya no están en este mundo han hecho lo suyo para darte la fuerza de que tú hayas estado en este taller, porque ellos lo único que quieren es que tú, tus hijos y tus nietos sean libres.
- Debe ser así, no sé ni como llegué al taller, una fuerza interior me hizo venir al taller ni siquiera sabía de que se trataba.
Ahora tiene otra visión, pudo ver con claridad que ella tiene dos nietos que no han sido reconocidos por el padre y que es su propio hijo quien no les ha dado el apellido a esos niños.
El sistema se repite porque no acepta excluidos, porque todos pertenecemos. Cuando ella puso en orden a su padre en su corazón, pudo ver de otra forma a sus nietos, esos que aún esperan que su propio hijo los reconozca dándoles el apellido, el amor y el cuidado que merecen.
Yo estoy segura que esa abuela hizo un paso para lograr ese orden, ahora sólo esperamos los próximos pasos y la noticia de que así ha sido.
Gracias
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El caso de Martín:
Mientras realizábamos un ejercicio con la madre (una persona del grupo). Primero salió casi corriendo hacia su madre, (ese era seguramente el deseo de todos nosotros) pero luego al centrarse con su verdadera necesidad, no con su ilusión le fue más difícil contactarse con su madre, finalmente pudo llegar a ella para recibir y sentir la contención materna, mostraba tanta carencia, tanta necesidad que sabiamente decidió quedarse en posición fetal y recrear su estadía en el vientre materno, lo hizo por todo el tiempo que él lo necesitó, hasta que se llenó de amor y pudo tomar fuerzas, esas mismas fuerzas que nos vienen de nuestros padres.
Quienes tuvimos la oportunidad de ver su trabajo pudimos sentir a través de él la paz, tranquilidad y amor que seguramente sienten los bebes cuando están contenidos dentro del vientre de su madre. Fue un verdadero regalo contemplar esa imagen.
Es tanto su hambre de contención que no puedo disfrutar su actual rol de ser Padre… Para que podamos ser mejores padres, debemos cerrar las heridas que tenemos como hijos. Sé que verse y sentir esta experiencia le hizo comprender a Martín muchas cosas que ahora seguramente ya está en camino de sanar.
Fue fabuloso contar con la presencia de su madre allí. Que con gusto pudo de algún modo demostrarle su amor.
Gracias
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Caso de Paola:
Para ella trabajar la sanación de la vinculación con su madre fue realmente un reto, aquí pudimos ver el dolor, la herida que lleva honda en su corazón por no poder sentirse amada, reconocida, segura con su madre, por las razones que sea y sin culpa alguna, las cosas son como son, no como quisiéramos que sean. Los hechos cambian cuando reconocemos la verdad. Sólo la verdad nos hace libres. Estoy segura que la mamá de Paola debe sentirse de la misma forma con su propia madre y ella a su vez con su madre y… Lo maravilloso de este trabajo es que sanamos todos, pudimos ver a Paola reconocer una y otra vez que era mucho para ella el acercamiento a su madre, que entre ellas hay heridas no resueltas aún, una y otra vez decir no puedo, a medida que avanzaba lograba contactarse con su dolor, llorar su dolor, gritarlo, le era muy difícil mirar a la cara a la persona que representaba a su mamá, mostraba de ese modo lo lejos que se encuentra de su propia madre. Su esfuerzo conmovió a todos, muchos se sintieron identificados con ella, y en muchos comenzaron movimientos sanadores pero principalmente en Paola a pesar de que pasó momento muy difíciles, tiene la certeza de que las cosas desde ahora son diferentes.
Gracias a la madre de Paola que también aceptó acompañarla en el ejercicio, a pesar del dolor de ver a su propia hija, allí a su pequeña a pesar que el cuerpo le indicara que el paso de los años la había convertido en mujer y madre, se encontraba ahora allí, frente a su hija mostrando la fortaleza y el amor que una madre puede sentir aunque las cosas aparentemente no estén como queremos. Hay muchas razones conocidas y desconocidas que hacen que no fluya el amor entre padres e hijos. Pero su mamá se convirtió en una GRANDE.

Gracias a cada uno de los participantes, porque todos se abrieron y permitieron que esa tarde sea muy especial para cada uno de nosotros, reconociendo heridas y cubriéndolas con amor.
Adriana Fresta de Venutolo

2 comentarios:

Unknown dijo...

GRACIAS POR TODO LO VIVIDO Y POR TODO LO APRENDIDO. OJALA PODAMOS TENER MUCHOS TALLERES MAS.

Adriana Josefina Fresta Capurso dijo...

Gracias a ti y a todo lo que tú aportaste para que los pasos siguientes se pudieran dar. Por supuesto que tendremos muchos talleres más.