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viernes, 4 de septiembre de 2009

Si Supieran Cuánto los Amo.


El ángel de la guarda de María, estaba preocupado por su alma, a la que la mediocridad impedía reconocer los valores superiores. Por eso, tendría que decirle a su jefe: “Dios, tú amas a mi más reciente protegida, María. Todo había empezado muy bien en su familia de origen, pero luego tuvo que soportar muchas pruebas difíciles. Ella estaba en buen camino, reconociendo los valores de la solidaridad y del amor. Es cierto que no llegó tan lejos en ese camino. Admito que debió haber aprovechado mejor las oportunidades para evolucionar. En lugar de eso, se refugió en su matrimonio y ahora está en su casita, echada como una gansa bien cebada con las alas cortadas, que gusta de las comodidades. Pronto ya no recordará lo que significa caer para abajo y colar para arriba. ¡Por favor Dios, sométela a la prueba más dura y aflígela con una Cruz! Haz por ella lo mismo que hiciste por tu hijo Job.” “Yo soy quien mejor sabe cuán difícil resulta llevar la Cruz”, contestó Dios, comprensivo, al ángel guardián de María. “Le tengo a María un amor especial y por eso haré que lleve mi Cruz. Su proceso de maduración me es muy importante. Todavía tiene que hacer cosas trascendentes en su vida. Tú, ángel mío, la protegerás bien. Tú prepararás sus encuentros con personas importantes, que la ayudarán a alcanzar el conocimiento. Como mi mensajera le mandaré a una niña discapacitada llamada Lena. Gracias a esta niña, María tendrá una oportunidad especial de probar su amor y reconocer los valores verdaderos. Tendrá que abandonar su situación de mediocridad. Descubrirá dentro de ella su capacidad de amor, que le permitirá amar a esta niña a pesar de todas sus deficiencias. También aprenderá a valorar de otra forma a su marido, cuyo amor también está poniendo a prueba. Los valores materiales le importarán cada vez menos, y a cambio valorará cada vez más la solidaridad humana.
Tendrá que alejarse cada vez más de su soberbia intelectual, pues para poder entender a su hija discapacitada tendrá que aprender su forma ingenua e infantil de sentir y de pensar. Así ella misma volverá a ser una niña, una de mis hijas amadas. Encontrará la entrada a mi mundo, que le está vedada a muchas personas"
Cuando Lena nació era una niña hermosa, con los cabellos color del sol, tan blanca como la espuma. Parecía tan sabia y tan bienaventurada, como si viniera de otro mundo y lo primero que hizo cuando estuvo entre los brazos de su madre fue mirarla con sus enormes ojos llenos de atención y hablarle con amor directamente al corazón desde su corazón:

"Así que eres tú. A ti me enviaron. A ti te elegí como madre. Tú eres la mejor mamá para mí no encontré otra mejor en este mundo. Aquí estoy mamita. Gracias a mí aprenderás cosas importantes"
María la observó cuidadosamente y mientras millones de pensamientos corrían por su mente, Lena volvió a mirarla profundamente. Como si la pequeña estuviera sellando su relación al tiempo que le decía:

“No tengas miedo, mamá las dos somos fuertes. No nos hundiremos. También lo malo lo vamos a superar juntas. Acepta la señal de mi fidelidad”

A pesar de los primero inconvenientes, deseando que esto fuera una pesadilla y del cual María algún día iba a despertar con una Lena diferente, pero eso no sucedería, esta era la realidad, tomar conciencia de las idas y venidas a los médicos, esperando que alguien tuviera otro diagnóstico, o una solución mágica, pero en el fondo sus padres sabían la realidad, ya tenían la respuesta. Muchas lágrimas, muchos porque a mí, que hice para merecer esto… que voy a hacer, y pensamiento tras pensamiento…. Mientras alimentaba a la pequeña, algunas lágrimas caían sobre su rostro…

Quiéreme, mamá… percíbeme mami, tengo una importancia extraordinaria par ti…”
Había días en que María se sentía verdaderamente abatida, triste y sin fuerzas, veía crecer a su hermosa niña y nada era normal, Lena no se comporta como todos los niños, como ella misma vivenció con su hija mayor. ¿Por qué, por qué, que hice mal?…

“Tu mirada escrutadora duele, mamá. Cuando leo en tus ojos la duda de si me querrás o podrás amar si no me desarrollo de manera normal, estalla en mí un dolor insoportable, de nodo que no te puedo mirar. Prefiero no escucharte. Me tengo que alejar de ti y, sin embargo, más fuerte es entonces también el impulso de acercarme a ti. No te puedo perder. Entonces, me ato a ti como mejor puedo. Te jalo de los cabellos, trepo por tus jeans cuando hablas por teléfono, cuando vamos de compras tiro de tu mano para conducirte en dirección opuesta a la que tú quieres ir y grito terriblemente si no quieres venir conmigo”

¿Por qué se comporta así la niña?, ¿Quizás la consentimos demasiado?, ¿Quién de nosotros cometió un error?, ¿Por qué no habla? ¿Se golpearía en la cabeza sin darnos cuenta? ¿Quizá la dejó caer mi esposo mientras estaba ebrio? O…

“Mamá, querida mamá, cada vez me cuestionas más. Te estás alejando de mí. El vínculo que nos une es cada vez más frágil. Yo quiero y tengo que ocuparme de que ese vínculo no se rompa. Pero no a través de la vista y el oído. Tus miradas llenas de dudas, tus preguntas y exigencias que no puedo cumplir son demasiado dolorosas para mí. Tengo que percibir y sentir el vínculo contigo. Entonces, utilizo mi sentido del tacto. Tengo que experimentar con hechos y enérgicamente que me perteneces, que me atiendes, que eres predecible.”
María corre de especialista en especialista, de clínica en clínica. Todos los expertos coinciden, no hay diagnostico peor que este para ti, esto es así o…

“¿Qué significo para ti? Me miras a través de las curvas del electroencefalograma, de las diversas pruebas de desarrollo, observas cada vez más atentamente lo que puedo y lo que no puedo, lo que podría hacer si no me negara, cada vez confías menos en mí. Cada vez prescindo más del contacto visual y te atormento con mis acciones perceptibles. Es un tormento para las dos”

María tenía que soportar las miradas y preguntas curiosas de los vecinos y parientes. ¿Por qué esto o aquello? , ¿Cómo hacerlo?, ¿Por qué no te paras?, ¿Por qué ....
“Preguntas y no obtienes respuestas. Yo sólo soy una niña y no puedo dártelas. Yo únicamente soy la portadora de tus preguntas, su encarnación. Sólo cuando me puedas amar totalmente, con mi cuerpo y con mi alma, así como soy yo, con todas mis deficiencias, podrás descifrar la respuesta.”
Inmediatamente María tomó conciencia que le resultaba imposible manejar la discapacidad de su hija.

“¿Qué clase de persona eres María, que no tienes lugar en tu corazón para tu hija menor?” No la pudieron haber etiquetado de la peor manera. Su esposo trataba de tranquilizarla.

“Tú y yo, María hemos tenido ya que soportar tantas cosas. También esta pequeña cruz la vamos a poder cargar juntos. Juntos somos fuertes.”

“¡Me importa un bledo una unión que nos sea impuesta por la discapacidad!” Y él bebía cada vez más.

Tampoco su hija mayor la entendía: “Lena no tiene la culpa de ser así mamá. No te enojes tanto con ella.”

“Te sientes sola y abandonada María. Sola contra todos. Como una solitaria desesperada te resistes contra el destino. Contra Lena. Y ella lucha a su demente manera. Entre menos aceptada se siente, más difícil se vuelve. Una cruz.”

“¿Por qué precisamente yo?”

“¿Por qué precisamente tú no? ¿Por qué no habrías de recibir precisamente tú el regalo del difícil camino del conocimiento? Pero mientras te atormentes con el “por qué” no encontrarás respuestas. ¿No prefieres preguntar “para qué”?
Pero María no quería y no podía preguntarse todavía por el sentido de su sufrimiento. Después de tanto recorrer, llegó a un sacerdote, a quien le pidió que le practicara un exorcismo a la niña.
Él opinó que Lena tenía un alma especial, que era portadora de un regalo divino. Tales discapacitados eran considerados santos en la India. También Jesús los había considerado bienaventurados. ¿Has leído alguna vez el sermón de la montaña, María? ¿Vislumbraste la sabiduría de ‘El Lobo Estepario’, que Hemann Hesse le dedicó ‘a los locos’? Gracias a esta niña aprenderás a reconocer valores totalmente diferentes de lo que son de importancia para una persona normal. La niña te está señalando el camino hacia adentro. Hacia tu núcleo divino.”

Chifladuras místicas, opinó María. “Me importa poco una particularidad celestial. Estoy más que harta de los locos y los discapacitados. Prefiero ser una persona totalmente normal. ¡Dios mío, si de verdad existes, dame a una Lena normal!” Así reñía María con Dios. Trataba de negociar con Él, un trueque.

“Si curas a Lena, entonces subiré todos las escaleras de la iglesia de rodillas, o quítame diez años de mi vida o… ¡Por favor hazlo por mí!” Como si María supiera mejor que Dios lo que le convenía a su bienestar. Ella estaba consciente de que no había nada peor que la discapacidad. Estaba atormentada con esta condición."

“Mami, no te des por vencida. Sé que me amas y que tu hastío se refiere sólo a mi discapacidad. Haz algo para que me puedas amar completamente a pesar de mi discapacidad. Mamá querida ámame como soy”

María finalmente lleva a Lena a hacer Terapia de Contención con la Dra. Prekop.

María tiene la sensación de que la Tierra, y ella han empezado a girar en sentido contrario. Como si no estuviera sobre este planeta. Como si la hubieran mandado a una hermosa estrella que, libre de toda preocupación, flota danzarina y refulgente en el universo. Con Lena en brazos permite que los ángeles la lleven sobre sus alas. Por lo menos durante un breve momento. María descubre “la otro forma de amar”. El milagro del amor incondicional.

Cuando al tiempo le preguntaron a María “¿De dónde sacas la fuerza, para sobrellevar las particularidades de Lena, para lograr vivir fuera de la normalidad, para ser humilde? ¿Cuál es la fuente de tu fuerza?. Ella contestó llanamente. “Es el amor de Lena el que me da fuerzas. Sólo el amor.”

Jirina Prekop. Berth Hellinger
Extraído del libro 'Si Supieran Cuánto los Amo'
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Cuando decidí colocar este escrito pensé en la dulce Karina y en su Madre, en su dedicación, en su fortaleza, en el no bajar los brazos, sé que también lo van a lograr, y a través de ellas veo reflejado a todos esos otros angelitos que traen una misión y que llenan de amor muchos hogares en el mundo, y que sólo necesitan del Amor Incondicional. Gracias por permitirme compartir su hermosa historia de vida y evolución.
Adriana Fresta de Venutolo

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