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lunes, 2 de febrero de 2009

Jesús y María Regresan a mi Vida...




Entre los 12 y 13 años de edad me había peleado con Dios y con la Virgen, yo estaba muy enojada con ellos, como podía ser que ella la Virgen de Lujan, no había hecho el milagro de que mi tía Tere se salvara de no se que enfermedad, como podría suceder eso con apenas 33 años y dos hijos pequeños de 2 y 3 añitos, como era posible que Dios habría permitido que mis padres se divorciaran que mi papá me abandonara a mí, su hija querida para ir a cuidar 3 hijos ajenos más una que luego llegaría, la pequeña Jaqui fruto de su amor con Jacqueline y que mi mamá tuviera tal depresión que no podía ocuparse de mí, además de estar siempre enferma, y a cada rato sufrir algún accidente.
Poco a poco de todo lo que me sucedía el culpable era Dios, por lo tanto definitivamente ni él ni su Madre existían al menos para mí. Cuanta soberbia de mi parte yo pretendía manipular a Dios, decirle a Él que era bueno para mi y como y debería suceder las cosas.
Cuanto dolor, cuanto rabia y ni siquiera lo sabía, lo mitigué bastante bien alejándome de mi mamá y consiguiendo unos padres sustitutos, en realidad eran los papás de mi querida amiga María, el señor Concetto y la señora Lina, ello dos ya no están entre nosotros pero guardan un especial lugar en mi corazón, así como sus otros hijos Tony y Dany todos ellos. Era tal mi dolor que cuando me preguntaban por mi papá yo respondía que se había muerto y la conversación terminaba allí, nadie más preguntaba nada, que buen mecanismo de defensa, pero cuanta ceguera, dolor y sufrimiento acarreó.
Yo no vi la mano de Dios cuando nos puso en el camino al Dr. Agustín Alí, un científico, un gran genio, que definitivamente nos ayudó mucho principalmente curó a mi mamá del cuerpo y del alma y fue nuestro consejero, Doctor y amigo mientras estuvo aquí y ahora estoy segura es uno de nuestros Ángeles Guardianes.
El tiempo pasó me casé por iglesia, más para cumplir con una ilusión que en lo que realidad significa el sacramento, pero luego todo cambio.
Por designios de Dios mi familia y yo nos vinimos a vivir a Venezuela esos días para todos fueron muy difíciles pero en especial para mí, sentía que otra vez el mundo me tragaba sin yo poder hacer nada, necesito ayuda me dije, algo no está bien, otra vez los mismos sentimientos.
Para esos días en Parque Central hacían muchas conferencias sobre metafísica, y allí me refugie por un tiempo, a tomar fuerza de las oraciones y del grupo, pero un día mi mamá me invitó a una misa Carismática con el Padre Vicente Mancini, un verdadero ejemplo de sacerdote, entregado siempre a su misión, a la ayuda al desvalido, sin importarle a quien, donde y cuando, él estará allí en donde lo soliciten, realmente me siento agradecida de tener la suerte de conocerlo, y deseando que todos los que deseen entrar al sacerdocio lo tomen como ejemplo.
Al salir de esa primer misa muchas cosas cambiaron dentro de mi, fui por varias semanas junto con mi marido a los talleres de sanación del Padre, y poco a poco vi cambios en mí y en mi familia, el amor se estaba descongelando para comenzar a fluir, así poder reconocer, perdonar, y ver las cosas de otro modo. Comencé a orar, a ir a las misas, a disfrutar y gozar del encuentro con Dios, realmente sentí que María y Jesús me estaban esperando como la parábola del hijo pródigo, pacientemente estaban allí para mí su Hija preferida sólo esperando a que yo pudiera darme cuenta y volver a ellos.
Empecé a ir todas las semanas al grupo de oración, comencé a sentir verdaderamente fe y un día todo cambió.


Caso de Luís.
En una conversación telefónica con mi amiga Lina me dijo – ¿Te acuerdas de Luís? le dio un ACV y esta hospitalizado en la Clínica Ávila, me ofrecí acompañarla para poder visitar a Luís que hacia más de 10 años que no veía, algo ya estaba previsto para mí, en cuanto entré en la habitación antes de saludarlo, algo más fuerte y más grande me hizo preguntarle:
- Luís quieres que recemos.
Yo fui la primera sorprendida y aún más cuando él sin poder hablar, lleno de catéteres con movimiento de cabeza respondió que si.
Al empezar a rezar comencé a sentir tranquilidad y como si una voz me hablara aunque yo tenía claro que nadie lo estaba haciendo, allí sentí la presencia de la Virgen delante de los pies de su cama y la seguridad de que él iba a recuperarse. Además de orar le di flores de Bach con permiso del médico, que aunque nos regaló una sonrisa irónica, nos permitió rezar y darle las gotas, porque no le permitían visitas por la gravedad del caso. Regresé con consentimiento de Luís varias veces, su hermano no quería que entrara a la habitación porque no creía en eso de rezar, de imponer las manos, pero Luís me autorizaba, poco a poco sucedían las cosas en el plan de Dios, que yo no entendía, y además no sabía que hacía yo allí y como se me había ocurrido semejante propuesta, rezar, así de la nada.
Me encontré comprometida en ir dos veces por día porque Luís me hacia entender que quería que yo regresara cada vez y era evidente que me esperaba con ansiedad. Una tarde fui a rezar y Lina me intercepto diciéndome que estaba muy mal y que no creía que pasara la noche, al escuchar esto mi corazón no lo identificaba, algo me decía que no. Al querer entrar al cuarto los médicos me dijeron que esperara, que pasaría luego que le pusieran nuevamente las sondas, a la noche una enfermera me vino a buscar al pasillo.
– Señora por favor dice el médico que pase, el paciente esta muy nervioso y no pueden pasarle las sondas, yo regresare más tarde a hacerlo, el médico salió y yo entré a rezar.
Era admirable y envidiable ver a Luís con tanta fe en la Virgen, esa noche yo le dije a él y a su familia.
- Acabo de sentir que no te van a poner las sondas y que el jueves te dan el alta y te vas a recuperar muy pronto, unos se rieron, otros se burlaron, y yo misma no podía creer lo que estaba escuchando salir de mi propia boca, pero Luís lo tomó como cierto, confió en Jesús y estaba seguro que Dios escuchaba sus oraciones y él tenía la certeza que le daría otra oportunidad.
A la mañana siguiente cuando fui, la enfermera que ya me conocía me dijo muy contenta, señora anoche el médico no le colocó las sondas y hoy amaneció mucho mejor, nadie lo puede creer, realmente está mucho mejor.
Finalmente el jueves tuvo el permiso para salir, pero su hermano prefirió que se quedara unos días más porque todavía era complicado alimentarse por si solo.
Ya han pasado 13 años desde ese día querido Luís, hoy apenas quedan pequeñas secuelas de esas semanas de aprendizajes, agradezco a Dios haberme permitido ver este milagro y a ti por aceptar que fuera yo el instrumento.

Gracias Virgen María
Cuando conocí a la directora de la casa hogar de Prado de María, ellos tenían una Rosa Mística Peregrina yo quería recibirla en mi casa pero nunca se daba la oportunidad, finalmente un día le dije a Mariela -bueno usemos el tráfico de influencia hazme llegar la Virgen por favor, ella respondió, -casualmente estos días no la pidió nadie, yo me puse muy feliz porque coincidía con el cumpleaños de mi hijo Lucas, cumpliendo con la ceremonia que debía hacerse de invitar a muchas personas a rezar para así dar a conocer esta nueva advocación, vino a casa mucha gente y desde ese mismo día algo pasó. Mientras rezábamos, yo comencé a sentir cosas que le habían sucedido a los presentes, a recibir información que debía darle a algunos de las personas que se encontraban allí, lo sorprendente que de una u otra forma los que estaban allí corroboran y entendían los mensajes. Al día siguiente fui a hablar con el Padre Vicente quien me explicó que estaba sucediendo, el Espíritu Santo estaba derramándose sobre todos nosotros. Me quedé más tranquila y desde ese día yo me encargué de Peregrinar a la Virgen, ella se quedó conmigo por casi 8 años, y con ella acompañamos a muchos enfermos que deseaban tener a la Virgen peregrina y yo encantada de acompañarla. Lo sorprendente fue que unas semanas después recordé una pulsera que me regaló mi abuela cuando yo tomé la comunión, mi mamá la tenía guardada, cuando la tuve finalmente en mis manos vi la medalla con mis iniciales y la fecha de mi comunión fue exactamente el 6 de octubre , el mismo día que llegó la Virgen a mi casa.
Así comencé casi sin darme cuenta a imponer las manos en los enfermos en el nombre de Jesús y a rezar por la sanación de muchas personas, escuchar sus conmovedores relatos, sentir que el tener a la Virgen les daba paz, serenidad, como poco a poco resolvían sus problemas de enfermedad, trabajo o familiar y compartir la sanación de mucha gente maravillosa que tuve la oportunidad de conocer.
Adriana Fresta


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