Había una vez, una hermosa familia que viajaba en su gran y lujoso yate, despertaban la admiración de todos. Un día cualquiera, ellos emprendieron un nuevo viaje, este era diferente a los otros. En esta oportunidad sólo viajaban papá Eusebio, mamá Marisol y sus hijas, la primogénita Jessica , María de los Ángeles de 7años, ahora la pequeña porque Patricia no viajaba en este navío, por alguna amorosa razón había decidido no continuar el viaje, y con apenas 6 añitos su familia no sabía muy bien a donde había ido ella.
Emprendieron la ruta sin rumbo fijo, cada uno hacía con mucho amor lo que podía y de la mejor manera. Uno de esos días cuando don Eusebio iba en su pequeño bote en busca de alimentos, se desató una fuerte tormenta y de pronto todo cambio el rumbo, algo más grande hizo que él no pudiera regresar.
Eusebio amaba a su familia, a su esposa y sus tres hijas, se sentía muy triste, solo y ahora recordar la muerte de la pequeña le producía mucho más dolor, tanto que pensaba que merecía quedarse solo y morir en esta nueva isla que lo acogía.
Mientras tanto Marisol y sus pequeñas esperaban el regreso de papá, cada amanecer les traía la esperanza del reencuentro con él pero cada día ellas más tristes, con un inmenso dolor Marisol sentía que se le partía el corazón por la pérdida de su pequeña Patricia, se sentía sola e incapaz al cuidando a sus hijas, al mando de un yate que no podía sostener, era mucho para ella, era mucho para todos.
Las niñas se sentían muy solas, perdidas, abandonadas por papá y ver a su mamá con tanto dolor y a ellas mismas, preguntándose porque murió Patricia, todos la extrañaban mucho.
La vida continua, no espera por nada, fluye, empuja, acompaña.
Hasta que otra fuerte tormenta les recordó lo sucedido con papá, pero ahora trajo consigo aun naufrago, Luis, estaba solo, perdido, necesitaba una familia y aquí la halló y se quedo haciendo lo mejor posible al cuidando de Marisol y de sus hijas.
En el corazón de Jessica y María de los Ángeles hubo mucho miedo, con la llegada de Luís, sentían que el quería ocupar el lugar que le pertenece solo a su padre, así como quitarles a mamá, era mucha tristeza para las niñas, que aun calladamente anhelaban el regreso de papá y no podían soportar la pérdida de su hermana menor.
Todas sentían que con la llegada de Luis se maquillaba un poco el dolor y la tristeza de mamá, ahora había alguien fuerte, muy fuerte que la sostenía, que le daba una nueva razón para vivir, tanto así que inmediatamente de este amor trajo un pequeño llamado Adrian.
Marisol estaba feliz por la llegada de este nuevo hijo.
Mientras que Eusebio estaba muy triste y solo en la isla, sin posibilidades de saber nada de su familia amada y con mucha culpa.
Un día la vida le hizo conocer a Teresa, llegó por causalidad a la isla. Callada, frágil, se veía muy necesitada de cuidados, que con el tiempo, se enamoró de él y así llegaron paso a paso sus hermosas hijas, Génesis, Betsabe, Gineska, curiosamente tres, como a las que añoraba, a las que no volvió a ver.
El mundo gira, se mueve, da brincos y al final todo se encuentra.
Mientras María de los Ángeles, duerme acompañada de su esposo, tiene un sueño maravilloso, único, se ve en el yate de su niñez pero ahora ya toda una mujer, disfrutando, riéndose, todos felices, ahora están juntos sus padres, sus 6 hermanos, la esposa de su padre, el esposo de su madre, todos, ahora no falta nadie. Brindan, ríen, comparten y de repente ella les dice a todos "bienvenidos a casa", mira a sus padres, que le sonríen y les dice "nada que hacer, es lo que es, gracias por darme la vida".
Ahora ya soy grande y me hago responsable de mi, todos se ven felices, les presenta a su esposo y a sus hijas y les cuenta que ella también perdió un bebe, como tú, mama, lo hice igual que tú.
Allí esta Patricia, siempre alegre, siempre contando cuentos, chistes y ahora María de los Ángeles le entrega un libro de cuentos y le dice: toma, esto lo compre para ti. Ambas sonríen, se contagian todos de esa inmensa alegría, lágrimas, risas, sabor dulce, amargo, todos se miran felices, los corazones saltan de emoción, finalmente juntos, abren su alma y regalan amor, así surge un abrazo de corazón a corazón. Asintiendo a lo que fue.
María de los Ángeles por primera vez siente que todo está bien. Que todo tiene un nuevo lugar ahora, se despierta con la sensación de un dulce beso en la frente y de un abrazo sanador, con una alegría nueva , casi desconocida y olvidada, con la fuerza del abrazo de sus padres aun impregnado en su cuerpo, se dirige hacia donde duermen sus dos pequeñas hijas y les dice susurrándoles al oído "acá está mamá y las amo aquí estoy y aquí me quedo". Gracias gracias gracias.
Gracias a Patricia que inspiro este que es un cuento, tu cuento, mi cuento. Sé que sonríes y que ya lo has leído. Gracias a María de los Ángeles esta nueva oportunidad de sanar.
Adriana Fresta
1 comentario:
hola buenas noche adrian como me dijiste el sabado te reporto como estan mis tesoros, bueno angelica esta mas tranquila y menos ansiosa con la situacion de su papa antes lo llamaba a cada rato y despues del sabado esta menos controladora inclusive ese mismo dia me recibio alegre cuando en otras oportunidades se ponia brava, en pocas palabras esta mas relajada, mi otro tesorito alejandra la pequeña ella era un tanto hiperquinetica y hasta un poco agresiva cuando ella queria algo lo primero que hacia era golpear y era lo que ella decia un poco fuerte de caracter mas que angelica, despues del trabajo del sabado esta menos acelerada y ya no esta agresiva mas bien es cariñosas tambien al igual que angelica esta mas relajada.
de igual manera te estare reportanto si veo otros cambios en las niñas (mis tesoritos), gracias por la experiencia vivida el sabado fue sencillamente sin palabras gracias, gracias, gracias
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