Para todos los que lo conocemos simplemente...
Padre Vicente.
"Jesús Tú eres mi Señor, Jesús en Tí Confío
Que se haga Señor Tú voluntad"
Padre Vicente
Nace en Ariano (Rovigo), poblado cercano a Venecia, Italia, el 22 de Enero de 1937, siendo el cuarto de los cinco hijos de Mario Mancini y Teresa Pozzati de Mancini.
Pasa su infancia y parte de su adolescencia con sus padres. A la edad de 13 años siente el llamado de Dios e ingresa a un Seminario Salesiano. Eso es suficiente para manifestar a sus progenitores que desea ser Sacerdote de esa Orden y desde entonces, no pensó en otra cosa que en su vocación sacerdotal.
Conocer al Padre Vicente ha sido otro regalo de Dios.
En un momento de mi vida que yo y mi familia estábamos como un barco perdido en alta mar, asustado, triste, sin rumbo, mi mamá me lleva a conocer a este ser tan especial.
Para esa época mi relación con los sacerdotes y la iglesia no estaba en su mejor etapa, todo lo contrario.
Después de participar en su misa, que eran tan diferentes, y yo no comprendía nada, algo había cambiado dentro de mí, luego mientras hacia la extensa cola para poder hablar con él, sin saber que le iba a decir, porque yo sentía que todo andaba mal, y que yo era una confusión caminando.
Escuchar las pocas palabras dicha con amor, con unción, que juro no recuerdo, pero sé que inmediatamente sentí que mi barco había encontrado gracias a Dios la llegada a puerto, seguros y a salvo.
Asistí junto con mi esposo Joseph durante mucho tiempo a las misas de sanación, fui contenida por muchos hermanos que me dieron su tiempo desinteresado al servicio de dar un poco de luz al necesitado, y en ese momento la necesitada era yo. Quiero agradecer a todos y muy especialmente a Mariela y su esposo, por sus tantas horas de servicio con nosotros.
Pensar en el Padre Vicente, es hablar de un pequeño pero gran hombre, un gigante, si Dios contara con un par más de sacerdotes como él se vería la diferencia.
Nada que escriba aquí será suficiente para describirlo son esas personas con luz propia, donde el Espíritu Santo lo acompaña en permanente y uno lo puede percibir.
Se le nota su fuerte vocación, su amor al prójimo, es inagotable, siempre a la orden del necesitado, come de pie, apenas bebe algo caliente que alguien le ofrece en su caminar diario. Y siempre está listo, con su hermosa sonrisa y su común “Vamos nos”
Es maravilloso conocerlo, estar a su lado, escucharlo hablar, asistir a sus misas, retiros, radio, televisión o cualquier otra cosa que el haga.
Siempre tiene tiempo para todo, atender la fundación, dar misa, hacer los programas de radio y televisión, estar en un retiro, visitar un enfermo, ir a un velorio. Todo él lo puede todo.
El Padre Vicente siempre ha sido mi guía espiritual cuando yo comencé con el servicio a los enfermos, cuando empezaron las primeras revelaciones, siempre está allí para apoyarnos.
Hace unos años cuando me operé de la rodilla, estuve en casa por casi más de 2 meses, ya que salía lo justo y necesario.
Una noche como a las 12 p.m. sonó el timbre de casa y todos nos asustamos por lo tarde que era. Mi marido fue a la puerta y… ¡Qué sorpresa! Allí estaba él, sin que nadie lo llame.
Cuando llegó hasta mi cuarto, inmediatamente me puse a llorar, esa mezcla entre alegría y tristeza.
Le pregunté ¿Qué hace acá, que pasó, que necesita a esta hora?
Mi sorpresa fue aun más cuando con su hermosa sonrisa, su tenue voz me respondió:
-Vine a bendecir un apartamento vecino y recordé que estabas enfermita, me abrazó, oró para mi pronta recuperación y me dio la bendición.
En tan sólo 10 minutos me dejó tanto…
No hay palabras para agradecer, y reflexionar que en todo el tiempo que estuve en casa, pocas fueron las personas que vinieron a visitarme, siempre con las excusas que todos ponemos.
Pero el gran premio fue su presencia.
Desde estas líneas le deseo que Jesús, El Divino Niño, Rosa Mística y el Espíritu Santo lo sigan llenando de Bendiciones, para que cumpla todas las metas que se encuentran en su corazón.
Si quieren conocer a alguien excepcional, acérquense al Padre Vicente y sentirán el amor de Dios fluir a través de sus palabras, de su forma de orar, de toda su persona.
En un momento de mi vida que yo y mi familia estábamos como un barco perdido en alta mar, asustado, triste, sin rumbo, mi mamá me lleva a conocer a este ser tan especial.
Para esa época mi relación con los sacerdotes y la iglesia no estaba en su mejor etapa, todo lo contrario.
Después de participar en su misa, que eran tan diferentes, y yo no comprendía nada, algo había cambiado dentro de mí, luego mientras hacia la extensa cola para poder hablar con él, sin saber que le iba a decir, porque yo sentía que todo andaba mal, y que yo era una confusión caminando.
Escuchar las pocas palabras dicha con amor, con unción, que juro no recuerdo, pero sé que inmediatamente sentí que mi barco había encontrado gracias a Dios la llegada a puerto, seguros y a salvo.
Asistí junto con mi esposo Joseph durante mucho tiempo a las misas de sanación, fui contenida por muchos hermanos que me dieron su tiempo desinteresado al servicio de dar un poco de luz al necesitado, y en ese momento la necesitada era yo. Quiero agradecer a todos y muy especialmente a Mariela y su esposo, por sus tantas horas de servicio con nosotros.
Pensar en el Padre Vicente, es hablar de un pequeño pero gran hombre, un gigante, si Dios contara con un par más de sacerdotes como él se vería la diferencia.
Nada que escriba aquí será suficiente para describirlo son esas personas con luz propia, donde el Espíritu Santo lo acompaña en permanente y uno lo puede percibir.
Se le nota su fuerte vocación, su amor al prójimo, es inagotable, siempre a la orden del necesitado, come de pie, apenas bebe algo caliente que alguien le ofrece en su caminar diario. Y siempre está listo, con su hermosa sonrisa y su común “Vamos nos”
Es maravilloso conocerlo, estar a su lado, escucharlo hablar, asistir a sus misas, retiros, radio, televisión o cualquier otra cosa que el haga.
Siempre tiene tiempo para todo, atender la fundación, dar misa, hacer los programas de radio y televisión, estar en un retiro, visitar un enfermo, ir a un velorio. Todo él lo puede todo.
El Padre Vicente siempre ha sido mi guía espiritual cuando yo comencé con el servicio a los enfermos, cuando empezaron las primeras revelaciones, siempre está allí para apoyarnos.
Hace unos años cuando me operé de la rodilla, estuve en casa por casi más de 2 meses, ya que salía lo justo y necesario.
Una noche como a las 12 p.m. sonó el timbre de casa y todos nos asustamos por lo tarde que era. Mi marido fue a la puerta y… ¡Qué sorpresa! Allí estaba él, sin que nadie lo llame.
Cuando llegó hasta mi cuarto, inmediatamente me puse a llorar, esa mezcla entre alegría y tristeza.
Le pregunté ¿Qué hace acá, que pasó, que necesita a esta hora?
Mi sorpresa fue aun más cuando con su hermosa sonrisa, su tenue voz me respondió:
-Vine a bendecir un apartamento vecino y recordé que estabas enfermita, me abrazó, oró para mi pronta recuperación y me dio la bendición.
En tan sólo 10 minutos me dejó tanto…
No hay palabras para agradecer, y reflexionar que en todo el tiempo que estuve en casa, pocas fueron las personas que vinieron a visitarme, siempre con las excusas que todos ponemos.
Pero el gran premio fue su presencia.
Desde estas líneas le deseo que Jesús, El Divino Niño, Rosa Mística y el Espíritu Santo lo sigan llenando de Bendiciones, para que cumpla todas las metas que se encuentran en su corazón.
Si quieren conocer a alguien excepcional, acérquense al Padre Vicente y sentirán el amor de Dios fluir a través de sus palabras, de su forma de orar, de toda su persona.
Nuevamente gracias Padre Vicente por llegar a mi vida, gracias por los consejos y acompañarme todos estos años, gracias por el amor que nos brinda a todos.
http://www.carismatica.org/padre_mancini.php
Adriana Fresta
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