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miércoles, 28 de noviembre de 2012

El Árbol de los Problemas.


Había contratado un carpintero para ayudarme a reparar mi vieja granja. Él acababa de finalizar su primer día de trabajo que había sido muy duro. Su sierra eléctrica se había estropeado lo que le había hecho perder mucho tiempo y ahora su antiguo camión se negaba a arrancar. 


Mientras lo llevaba a su casa, permaneció en silencio. Una vez que llegamos, me invitó a conocer a su familia. Nos dirigíamos a la puerta de su casa y se detuvo brevemente frente a un precioso olivo centenario. Tocó el tronco con ambas manos.
Al entrar en su casa, ocurrió una sorprendente transformación. Su bronceada cara sonreía plenamente. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa. La energía había cambiado completamente. Posteriormente me acompañó hasta el coche. 
Cuando pasamos cerca del olivo, sentí curiosidad y le pregunté acerca de lo visto cuando entramos. 
- Ese es mi árbol de los problemas, – contestó 
- Sé que no puedo evitar tener problemas durante el día como hoy en el trabajo por ejemplo, pero no quiero traer estos problemas a mi casa. Así que cuando llego aquí por la noche cuelgo mis problemas en el árbol. Luego a la mañana cuando salgo de mi casa los recojo otra vez. 
- Lo curioso es, – dijo sonriendo – que cuando salgo a la mañana a recoger los problemas del árbol, ni remotamente encuentro tantos como los que recuerdo haber dejado la noche anterior. 
Maestro: si te centras en el ahora desaparecen todos los problemas.
Tomado de la Web


Muy saludable la práctica de acercarnos a un árbol y contarle que nos sucede, cómo nos sentimos, y sin juicio decir en vos alta todo absolutamente todo.
Jamás nos responderá lo cual nos asegura que no interferirá en nuestra evolución, al escucharnos y revivir lo que sentimos nos permite ponernos en sintonía con él y a su vez con madre tierra y el universo.
Lo más importante es  soltar, soltar y soltar. Inhala fuerte llenando los pulmones y luego suelta por boca, con un sonido de ahhhhhhhh como cuando estamos cansados, agotados.
Algo mágico y sanador nos devuelve el árbol.
Si abres tus ojos del alma verás como el sabio árbol te escucha y te sonríe como lo hace con este niño.
Habla desde tu niño interior el que todo lo sabe, suelta el miedo, la vergüenza,  sé honesto contigo mismo y tú  te lo vas a agradecer, al ver los cambios.
Adriana Fresta

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