Produce mucho dolor saber que quien tú creías que era, en realidad no era, que aquella que tú le brindaste tu casa, tu amistad, no lo merecía, que aquel que le diste abrigo, se burló de ti o de tu familia, que aquellos que les mostraste el camino sólo querían quedarse en la oscuridad.
Que los que hablaban bien de ti y te lisonjeaban, a tus espaldas urgían una traición y complot entre gente que tú
conocías.
Que los que tu creías maestros no eran maestros, y los que tu creías discípulos no eran discípulos porque en realidad somos uno.
Lo maravilloso de todo esto es saber que no se les cayeron las mascaras que siempre fueron quienes fueron, sólo que tocaba que pasáramos por todas esas situaciones.
La vida está hecha de opuestos, las personas que están en la luz y los que están en la oscuridad, los que están dormidos y los que están despiertos y esto es necesario, simplemente me alegro y me bendigo por estar en la luz y cada día más despierta, que pase lo que pase, siempre hay alguien a tu lado que te acompaña, que te da una mano, una mirada y una sonrisa, en el momento justo.
Los que están en la oscuridad no pueden ser vistos, por lo cual siempre es más difícil rescatarlos.
Gracias, mi Dios es mi luz, y bendigo a todos y a todas las personas que cruzaron mi camino y sólo vi sus mascaras.
El gran aprendizaje es mirar lo que es, sentir, soltar y sonreír.
Gracias, Bendiciones y luz.
Adriana Fresta
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