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sábado, 30 de octubre de 2010

Ver o Mirar

Los ojos de los niños son los ojos del alma

La señora Esperanza Paz a sus 33 años comenzó a perder poco a poco la visión, sus ojos estaban siendo cubiertos sutilmente por un velo llamado cataratas, así poco a poco avanzaba esta enfermedad disminuyendo su visión, ella simplemente se iba acostumbrando y resignando a esta nueva forma de vivir.
Cuando su visión se redujo a un 10%, en ese momento ella comenzó a tomar conciencia de su situación y por sugerencia de algunos familiares, comenzó a buscar ayuda profesional.
Los médicos a pesar de estar conscientes de la gravedad y urgencia que ella tenía de mejorar su visión, no sugerían operar porque tal y como estaban las cosas podría quedar ciega después de la intervención.
Ante esta posibilidad la señora Esperanza decide resignarse y poco a poco se adapta a su  nueva condición.

Una noche se le presenta un Ángel y con dulce y amorosa voz le dice: - Esperanza continúa tu búsqueda, ten fe, ya sabes que el que busca siempre encuentra, los hombres sólo tienen un poco de conocimiento y solamente Dios hace milagros. Apoyada en esta visión estaba decidida a reanudar la búsqueda de algún profesional que estuviera dispuesto a operarla.
Finalmente, la señora Esperanza a sus 63 años, estaba decidida a buscar ayuda, tanto, que sin saber cómo, un día en el auto mercado tropezó con la Dra. Milagros Konfiía una oftalmóloga de avanzada, diferente, cruzando pocas palabras, entre precios de la leche, lo buena que es la carne y si el arroz…. La invitó a ir a su consultorio. Así fue como al día siguiente ella se encontraba sentada en una sencilla y agradable sala de espera, llena de expectativas y dispuesta a intentar algo diferente.

La doctora luego de examinar el caso le dijo: que era muy peligrosa la operación pero que ella confiaba plenamente en Dios y que si esta enfermedad continuaba con esta proyección pronto perdería la vista. Que ante este posible resultado ella sugería que valía la pena operar aun corriendo el riesgo. Ya que eso era una posibilidad no una afirmación.

Algo grande en el corazón de Esperanza, más allá del intelecto, los miedos y la ley de posibilidades, le hizo decir un Síiii grandote, cuándo y dónde. La operación fue todo un éxito la visión estaba recuperada en un 80%, ahora sólo había que esperar que le quitaran las vendas.

Esperanza muy entusiasmada después que la Dra. le retiró los protectores fue al espejo a ver sus hermosos ojos azules, repentinamente algo sucedió, se puso furiosa, comenzó a gritar y disparar insultos, tomó su cartera y apresuradamente salió de su casa. Irrumpió en el consultorio de la Dra. Milagros Konfíia y continuó con su actitud amenazante y violenta. Milagros le pidió que se calmara y le ofreció un té, no podía comprender la actitud de su paciente ya que la operación había salido un éxito. Luego de unos minutos y en tono más elevado y amenazante ella gritó.
- Voy a demandarla, hacerle un juicio por mala praxis.
- Pero ¿por qué? Preguntó desconcertada la Dra. Milagros.
Ella gritando respondió:
-Porque por SU CULPA después que usted me operó, me salieron muchísimas arrugas.

¿Interesante final verdad? ¿Cuántas veces actuamos así, cuántas veces decimos querer conocer la verdad, y no estamos listos para verla cuando aparece el maestro que nos ayuda a mirar nuestras propias arrugas (ira, traumas, abandono, tristeza, dolor)que con el tiempo se van profundizando.

A veces el miedo nos paraliza y por alguna extraña razón actuamos como la señora Esperanza culpamos a los otros de las arrugas marcadas en nuestro rostro y así continuamos en el mismo circulo sin fin negándonos a la verdad y encontrando un culpable que nos permita seguir siendo la víctima.

En cambio si estamos presentes, conscientes, en el momento que aparece la verdad reconocemos y asentimos a lo que es y cómo es, así iniciamos el camino del amor y el perdón hasta alcanzar la sanación.

Recuerda:

Lo que llaman fracasos son sencillamente cambios de camino.
Los obstáculos son recursos para hacerlo diferente.
Los problemas sólo son oportunidades para crecer.
Las preocupaciones son simples ocupaciones.
Las caídas son ejercicios para aprender a levantarnos.
Siempre confío en la Divinidad que desea lo mejor para cada uno de nosotros.
Adriana Fresta

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