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jueves, 5 de noviembre de 2009

Mi Regalo Prometido


Un hermoso día de primavera Pedro fue a la playa con su familia, jugaba en la arena, como lo hicimos todos alguna vez, él disfrutaba en construir castillos, que el mar desarmaba, a volcanes y torres imaginarias, así pasó toda la mañana hasta que…

- ¿Mamá tú me puedes comprar un baldecito y una palita como esa, como los de este niñito, con quien muy agradablemente compartía desde hacía un rato, desde el preciso momento en que para los dos, la torre mayor del castillo estaba a la derecha y la puerta con la fosa para cocodrilos debía construirse mirando al mar. Por que a esa edad lo más importante es soñar, jugar y creer.
-Si mi amor, ahora no te lo puedo conseguir porque aquí no los venden, pero te prometo que después te lo voy a comprar.
-Mamá, mira allí venden la palita y el balde, dijo Pedro camino a casa cuando las vio colgadas en una tienda desde la ventana del auto.
- Si mi amor, pero ya es tarde, no vamos a parar ahora, mañana voy al centro comercial y te lo compro. Secretamente Pedro pensaba:
- Pero si ya está ahí porque esperar hasta mañana. Pero como lo decía mamá, hasta ahí quedó la cosa.
Y mamá pensaba: -Para que comprar esta tontería, más juguetes para guardar, de todas maneras mañana se le olvida la cosa. De tanto en tanto él recordaba y preguntaba.
-¿Cuándo me vas a comprar el balde y la pala.
Mamá respondía: -Oh se me olvidó comprarlo. Y era verdad ¿quién recordaría un simple balde con palita, en medio de tanta complicación diaria. Mamá pero tú me lo prometiste, decía Pedro y así pasaron los días, él lo recordaba y la madre seguía olvidándolo. El lunes era el cumpleaños de Raquel, su pequeña hermana -¿qué quieres de regalo de cumple mi amor?
-Una Barbie mamá. El esperado y ansiado día llegó y la mejor muñeca estaba presente. Los años pasaron Pedro se hizo padre y un día en terapia, logró conectarse con este recuerdo, al llegar a ese momento un llanto infantil y mucha angustia le hizo recordar esta vieja herida. Pedro se contactó exactamente con lo que sintió y entre lágrimas narró -Yo tengo tiempo pidiendo un balde y una pala, ese es mi regalo, los estoy esperando mamá, porque la próxima vez te voy a construir un castillo para ti y papá, un gran pozo para llegar hasta Australia y…
A través de la cara de un hombre ahora, se podía ver el gran dolor y la vieja herida que su niño interior aun guardaba muy secretamente. Si, continuó… nunca me trajiste el balde y la palita porque a mí no me querías, porque siempre preferiste a Raquel, claro a ella sí, a ella sí la muñeca que sólo pidió una vez, claro la más bonita…
Luego de trabajar esa herida, logró compartir esto con su madre, causó tanta movilidad en ellos, que ambos lloraron, pero muy inteligentemente la señora le compró el tan importante regalo, finalmente el regalo prometido había llegado, Pedro muy feliz y liberado de este antiguo dolor, se lo regaló a una personita que lo sabría usar mucho mejor que él ahora, la cual también seguramente construirá castillos que el agua se llevará una y otra vez…
Las heridas del alma son siempre trascendentes.
Hoy, como adultos tenemos y debemos intentar sanarlas, para poder ser más felices.
En este relato que es un caso real, salta a la vista que lo que es importante para mí, generalmente no lo es para otros.
Nadie puede saber la profundidad de nuestros propios sentimientos, ni siquiera nosotros mismos.
Adriana Fresta

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