Ciertamente da miedo cruzar el puente, sabiendo que de un lado dejamos personas, afectos, historias, tristezas, alegrías, cosas, una parte de nuestra vida se queda allí.
Primero asentimos lo que es, luego, metabolizamos la historia y tomándola en nuestras manos, midiendo con la vara del amor, considerando todo como aprendizajes, comprendiendo que el fracaso no existe, sólo es una ilusión, porque es sabio caer y levantarse con nuestras propias fuerzas más erguido que antes, que cada paso es una experiencia irrepetible, maravillosa llena de aprendizajes.
Mientras tomo fuerzas para cruzar el puente, lleno mi corazón de todos los mejores momentos compartidos para nutrir mi alma, tomando el ímpetu de la vida para hacer lo que se debe hacer, vivir lo que se deba vivir, y recordar cada momento grabado en la piel, en la memoria y en el alma, para caminar lentamente, con pisada firme y poco a poco atreverse a cruzar el puente.
Sabemos que allá del otro lado de la vieja historia aparecerán nuevos personajes, colores y lugares fascinantes para escribir un nuevo capítulo del libro de mi vida.
Vivir es un regalo, la vida es un juego, con grandes e interesantes jugadores como cada uno de nosotros que nos entrelazamos para sanar y elevar nuestra conciencia.
Adriana J. Fresta
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