Los puercoespines dándose cuenta de la situación, decidieron unirse en grupos, de esa manera se abrigarían y protegerían entre sí. Pero sus espinas herían a los compañeros más cercanos, por lo cual decidieron alejarse unos de otros y empezaron a morir congelados.
Dicen que los pocos sobrevivientes tuvieron que hacer una elección: o aceptaban las espinas de sus compañeros o desaparecían de la Tierra.
Con sabiduría, decidieron volver a estar juntos. De esa forma aprendieron a convivir con las pequeñas heridas que la relación con sus compañeros más cercanos podían ocasionar, ya que lo más importante era el calor y el cobijo que podían brindarse mutuamente.
Resultó que con el tiempo. Dando vueltas entre sí, conociéndose unos a otros, descubrieron que sus partes más cálidas no causaban heridas si no todo lo contrario, eran suaves y libres de peligro.
Sólo había que encontrar la forma de acercarse sin lastimarse mutuamente y simplemente disfrutar de la tibieza y cercanía del otro.
De esa forma pudieron sobrevivir!!
Moraleja de la historia:
Una buena relación no es aquella que une a personas ideales o perfectas, sino aquella en que cada individuo acepta sus defectos y los de los demás, puede convivir con ellos y logra valorar las cosas hermosas y buenas que otros seres tienen para compartir. Con cuidado y amor, todo se logra.
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